Mucho se ha hablado del polémico sistema que utiliza WhatsApp para hacer funcionarWhatsApp Web. Implica, entre otras cosas, que no llegará a los usuarios de iOS en un futuro cercano. Implica también que su rendimiento es de todo menos óptimo. La imagen de arriba explica por qué.
De manera sencilla: el meollo del asunto radica en la insistencia de WhatsApp como compañía en no almacenar en sus servidores los mensajes de sus usuarios. Eso implica que sólo se alojan en dos sitios: el móvil de la persona que envía y el móvil de la persona que lo recibe. Cuando abrimos WhatsApp Web en el fondo lo único que hacemos es recuperarlos, extraerlos, directamente desde el teléfono. Por eso no funciona si este está apagado, o si no tiene cobertura. Una pequeña chapuza (o grande, según se mire).
El lado positivo de esto es un aumento drástico de la privacidad, ni siquiera un gobierno o la NSA puede pedirle a WhatsApp que entregue conversaciones privadas, básicamente porque nos las tiene. Pero como contrapartida, supone también que cuando se trata dar el salto más allá de los móviles va a ser increíblemente complicado, si no imposible.
Por hacer una analogía, WhatsApp actúa como un simple cartero. Coge el mensaje del emisor y lo entrega al destinatario. Nada más. Solo distribuye. Después de eso su labor está hecha. Es lo que imposibilita, por ejemplo, hacer un cliente propiamente dicho en PC, no hay ningún servidor donde esos mensajes estén almacenados y puedan recuperarse. Es sí lo hace, por ejemplo, Telegram, o Facebook Messenger. Y tanto Telegram (especialmente) como otras alternativas son seguras pese a almacenar esos mensajes. Dicho de otro modo: almacenar los mensajes no tiene por qué ser, necesariamente, un peligro para la privacidad.
Lo irónico del asunto es que el sistema, en sí, no es malo. Es equivalente a decir que un el sistema de correo físico tradicional es malo. No lo es, y tiene sus puntos a favor. Pero obviamente es mucho más práctico, inmediato y fiable el email. Algo parecido ocurre aquí y la elección del mismo, por muy bondadoso que sea en temas de seguridad probablemente se acabará convirtiendo en una soga que irá estrangulando, lentamente, a WhatsApp.